Ya estoy por aquí chiquitines, la espera por fin llegó a su fin y aquí me tenéis de nuevo. Cada viernes me tendréis por aquí con un poquito más de mí, con un pedacito de mi corazón. Nos leemos.

sábado, 21 de junio de 2014

Viejos recuerdos.


 Este texto lo escribí hace muchísimo tiempo, tanto que ni me acordaba de su existencia y hoy mirando viejos archivos en el ordenador lo he encontrado. Me trae buenos recuerdos, espero que os guste.

Recuerdo cuando lo conocí. En aquel día de invierno. Lo hice gracias a su prima, mi mejor amiga. Ese día me estaba duchando cuando sonó el timbre. Mi madre o mi padre abrieron la puerta, no sé quien lo hizo porque no estaba presente en ese momento. Me di prisa. Al terminar de vestirme salí para coger mis gafas. Al salir del cuarto de baño vi a un chico guapo. No lo podía ver bien, pues tengo miopía, solo veía su figura borrosa sentada en el sofá al lado de mi padre. Mi amiga estaba sentada en el otro sofá al lado de mi hermana y mi madre. Todo me pareció que iba muy bien, todos estaban hablando animadamente y incluso se reían algo. Al mirar a ese chico algo me ocurría. El corazón se me aceleró y tenía un cosquilleo en el estómago, además notaba como un inmenso rubor se extendía por mis mejillas, ahora sonrosadas. Al ponerme las gafas y al verlo bien por fin, el corazón de cien se me puso a mil y una convención de mariposas se formaba en mi estómago. Creo que me enamoré a primera vista.
-Hola...- dije con la voz un poco quebrada.
El chico sonrió y hizo un gesto de saludo. Me sonrojé y entré rápidamente de nuevo al cuarto de baño. Me eche agua en la cara y mi subconsciente me dijo: “No pasa nada. Es un simple chico, muy guapo pero un simple chico. Además tú ya tienes novio. Piensa en él y tranquilizate”. Mi amiga entró y me preguntó porque entré tan rápido en el cuarto de baño. Me noto un tanto rara y nerviosa. Se lo conté todo. No me dijo nada al respecto. Solo se quedo un poco alucinada, anonadada, sin palabras, en un estado como de sock...no se muy bien como explicarlo. Me secó el pelo para terminar antes y me hizo una coleta alta que me quedaba muy bien. Al salir y al mirarlo otra vez me pasó lo mismo. El corazón se me puso a mil por hora y una convención de mariposas se formaba en mi estómago y otra vez aparecía ese rubor en mis mejillas que me las dejaba sonrosadas. Antes de salir mi madre me dio dinero. Me despedí de todos y el chico, mi amiga y yo nos fuimos a la “pista de patinaje sobre hielo”. Durante el camino estuvimos hablando. Él es de un pueblo cercano, aproximadamente a unos 27km del mío.
No paraba de mirar hacia su lado, estaba buscando su sonrisa mientras hablaba, cada vez que lo miraba una sonrisa brotaba de mi cara y otra vez aparecía ese rubor al que ya me iba acostumbrando. Sus ojos eran de un color como el chocolate, tenía la mirada tan dulce como el cacao. Todo era tan especial entre él y yo. En verdad estaba más pendiente de él que de mi amiga. Cuando lo miraba me perdía en sus ojos, su sonrisa era maravillosa y él era perfecto en todos los aspectos, por lo menos para mí. Era muy gracioso y eso me gustaba. Cada dos por tres me hacía reír y eso que solo hacía unos minutos que lo había conocido. Sentía con él una conexión especial. Notaba como una especie de química especial entre nosotros dos. Cuando le miraba a los ojos sentía que solo estábamos él y yo y nadie más en este jodido mundo.

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