que algún día
echaré de menos.
No las veo bonitas
ni especiales,
pero lo son.
No me sé sus nombres
tampoco importan,
sé donde están
si son principales o no
y con eso,
me basta.
Suelo a ver a las mismas personas
justo a las mismas horas
pero no las conozco,
no conozco sus historias,
ni sus sueños
ni sus miedos
pero forman parte de mi camino
de mi rutina
cuando salgo a estudiar,
a mejorar,
a aprender,
a vivir,
a disfrutar,
a leer,
a soñar o
a perderme en mí
para después encontrarme.
Siempre tardo lo mismo en llegar
a cualquier lugar
y me gusta ser puntual
pero odio esperar
por eso nunca lo soy.
Todos los días
intento ser feliz
o parecer feliz.
No sé cuando lo soy
tampoco cuando lo aparento.
No lo soy.
No soy.
No.
Casi todos los días
paso por una calle
que no es bonita
ni principal
pero sé su nombre,
(calle) Villaverde.
Al pasar por allí,
por esa calle,
recuerdo a seres queridos
y no tan queridos
pero si que lo fueron en su día.
Me acuerdo de personas
que pasaron por mí y por mi vida
pero se fueron
(pero se fue)
dejando vacío y dolor.
Me acuerdo de personas
que aún están
y me hacen feliz
y me siento querida
y segura
porque aún están.
Cuando paso por allí,
por
toco
sin
querer
mi cuello
tocando ese colgante,
involuntariamente,
esa corchea
que me regaló
(alguien de allí)
esa persona que se fue
que un día me hizo daño
pero ahora
no.
Ya no duele
quiero creerlo.
Y esta,
es mi rutina día a día
que algún día
en un futuro
echaré de menos.
Con alguna sonrisa
de menos,
con algunas lágrimas
de más,
con más agobio que alegría
y más tristeza que felicidad,
con la familia
con esa pequeña de once añitos
que me da la vida
y con mi madre
que no sé que haría sin ella.
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