Ya estoy por aquí chiquitines, la espera por fin llegó a su fin y aquí me tenéis de nuevo. Cada viernes me tendréis por aquí con un poquito más de mí, con un pedacito de mi corazón. Nos leemos.

domingo, 14 de febrero de 2016

San Valentín.

Qué rápido pasa el tiempo, ¿no? Hoy quiero contar algo, reflexionar y si puedo que reflexionéis conmigo. Podéis contarme cosas bonitas, como esta, en los comentarios. Os cuento.
Hace un año, un simple año, todo pero absolutamente todo era distinto. Ahora, cuando estoy escribiendo esto es la víspera de San Valentín bueno son la una y dos minutos de la madrugada así que estoy equivocada. Es San Valentín.
Hace un año tenía algo con un chico, Alberto, y no sabía nada de lo que iba a pasar en este día. Pensaba que iba a ser un día normal, un San Valentín como otro cualquiera, como un día sin más. Lo único que sería diferente sería una llamada de buenos días de Alberto y poco más. O eso creía.
Llegó esa mañana y yo me hice el desayuno, una taza de leche con cereales, cuando de repente suena mi móvil y es él. Subí a mi habitación para poder hablar y por lo que me decía tenía la impresión de que iba a suceder algo y así fue. Me dijo que bajara y le abriera la puerta que estaba aquí y yo no le creía hasta que miré por la ventana y le vi, estaba allí, enfrente de mi casa. No me lo podía creer así que acto seguido me cambié y bajé las escaleras tan rápido que ni a día de hoy comprendo como pude hacerlo sin caerme en el intento. Cuando le dije a mi madre totalmente emocionada que Alberto estaba aquí tampoco lo creía y bueno como es de esperar abrí la puerta y me fui corriendo hacía él. Y si os pensáis que lo primero que hice al verlo fue besarle pues no lo se, creo que le abracé y para mí un abrazo es mucho más especial que un beso. Pasé el día junto a él principalmente y junto a Fran, un amigo suyo y Andrea, mi amiga.
Ese día fue maravilloso. Me regaló un diario, nuestro diario. En él estaba escrita nuestra historia, el principio de todo y que bonito era. El final de aquellas primeras páginas escritas era una pregunta que sólo tenía una posible respuesta: comenzar una historia que escribiriamos a versos o a besos. Y que bonito era hacerlo, vivirlo y escribirlo todo.
Primer San Valentín que no pasaba sola. A día de hoy sigo pensando que es la mayor locura que han hecho por mí. Montarse en un coche, hacer 258 kilómetros sólo para verme y aquella locura comenzó un 27 de diciembre de 2014 tras conocernos tan sólo siete días antes, un 20 de diciembre de ese mismo año. Pero es que encima hacerlo en secreto y un día de San Valentín sólo para darme una sorpresa, no tiene nombre.
Echo de menos esas pequeñas locuras que me hacían feliz, esos pequeños detalles, aquellas cosas tan nuestras que nunca llegaron. Quizá no debería de estar escribiendo esto y quizá debería dejar de llorar para ponerme a sonreír e irme a dormir que ojalá cuando me despierte y mire por la ventana éste allí. Aunque eso es mucho pedir. Sólo pido que alguien me quiera, que me haga feliz con pequeñas tonterías y pequeños detalles, que haga locuras por mí y conmigo, que me ayude a sonreír y a vivir porque a veces, cuesta.